“EL OBJETIVO CRUCIAL DEL BUEN GOBIERNO CORPORATIVO ES QUE LAS EMPRESAS FUNCIONEN ADECUADAMENTE, INDEPENDIENTEMENTE DE LAS PERSONAS QUE LAS GOBIERNEN”

Ésta fue la rotunda afirmación que Juan Alvarez-Vijande, Director Ejecutivo y co-fundador del Instituto de Consejeros y Administradores IC-A, realizó en nuestro 11º desayuno de trabajo.

En su interesantísima y esclarecedora charla, Juan  hablo de la importancia del papel de los Consejos de Administración en las empresas, y del papel de los consejeros y su forma de elección y retribución.

Álvarez-Vijande tiene claro que el papel que juegan los Consejos de Administración en el buen comportamiento corporativo es clave para el desempeño de las empresas, sean del tipo que sean, y de las responsabilidades que se asumen (algunas con implicaciones legales muy graves) cuando se acepta ser consejero.

Se entiende como buen gobierno corporativo al conjunto de procedimientos y procesos que permiten dirigir y controlar una compañía. Pero, para Álvarez-Vijande, “el objetivo crucial es que las empresas funcionen adecuadamente, independientemente de las personas que las gobiernen. Para lograrlo parece imprescindible la formación. La tendencia es empezar a exigir conocimientos en buen gobierno corporativo. Ya se hace en la mayoría de los países nórdicos, y se valora como muy recomendable al optar a uno de esos puestos en Reino Unido”.

Si hablamos de mentalidad; existe una de carácter anglosajón en la que el buen gobierno se asimila a sostenibilidad; y otra, más latina, basada en el concepto de confianza. En nuestro país, dentro de las empresas que cotizan en Bolsa, sólo un 15% de los consejeros independientes ha sido elegido por la comisión de nombramientos, el 85% restante ha ocupado sus puestos por indicación directa de sus presidentes o de grupos accionariales importantes.

En esencia, deberían quedar claros unos conceptos básicos. El accionista es el dueño; el responsable es el Consejo de Administración; y éste, delega en el equipo de dirección. El buen gobierno corporativo se basa en que estos tres estamentos (Consejo, Dirección y Accionistas) se solapen lo menos posible.

Honradez, transparencia, una misión común son los principios que deben regir para un Consejo de Administración funcione correctamente. A saber, que se tenga constancia que algunas funciones son indelegables (definir la estrategia corporativa, responder ante los accionistas y terceros, gestión de conflictos, supervisar la gestión, etc.); evitar en lo posible tener un presidente ejecutivo (en todo caso, con un consejero principal); los propios consejeros; criterios de independencia; formación, evaluación, información, dedicación y voto; comisiones de auditoría, nombramientos y retribuciones; un sistema de control y gestión de riesgos, y contar con el peso y la importancia de la junta de accionistas.

En opinión de Juan Álvarez-Vijande, “ser consejero podría considerarse como una actividad deportiva. Has de pensar que entras para salir”. Y puso como ejemplo Reino Unido, donde por Ley no se puede ser consejero más de nueve años. “En estos momentos en España hemos avanzado en conocimiento de dónde debemos estar, pero aún queda un largo camino por recorrer, por ejemplo dentro de las empresas que cotizan en Bolsa, sólo un 15% de los consejeros independientes ha sido elegido por la comisión de nombramientos”.

“Ser consejero (en una empresa) es una actividad profesional, no exenta de riesgos, para la cual hay que prepararse”, y este papel de formación es uno de los que cumple el IC-A, donde, por cierto, el 33% de los socios son mujeres, que participan en sus cursos de formación de Consejeros en un porcentaje parecido.